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Los dos lo sintieron en el mismo instante y resbalaron el uno hacia el otro como para caer en ellos mismos, en la tierra común donde las palarbras y las caricias y las bocas los envolvían como la circunferencia al círculo, esas metáforas tranquilizadoras, esa vieja tristeza satisfecha de volver a ser el de siempre, de continuar, de mantenerse a flote contra el viento y marea, contra llamado y la caída.
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Uuuuuffff, no puede estar tan bueno este señor marido.
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